Justo enfrente del camino que accede a la ermita, hay un hermoso parking donde pasamos una noche muy tranquila con el único ruido de los animales nocturnos y las maravillosas vistas que se disfrutaban desde la ermita.
Al amanecer, antes de que empezarán los calores de octubre, pusimos rumbo a la Ferrata, con un acceso fácil desde el camino que lleva a la ermita y siguiendo los puntos amarillos que te llevan al inicio de la Ferrata.
El acceso hasta la Ferrata es de apenas 10 min y vas bajando por una senda un poco marcada entre las piedras y ayudado por los puntos amarillos.
El comienzo se sitúa bastante más abajo que la ermita y enseguida vemos la buena calidad de los materiales empleados.
Al final de la Ferrata, llegamos a la ermita por su base, y podemos descansar viendo sus magníficas vistas, pero esta vez de día.
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